miércoles, 4 de noviembre de 2015

Los mundos se pueden fusionar.

Pensemoslo así: durante nueve meses una mujer, por fortuna de la naturaleza, resguarda en su cálido (jamás hostil) vientre una vida. Como una cápsula de tiempo allí genera, crea, convierte el vacío en un universo, una esfera individual. Después de nuestro nacimiento, fuera en el mundo externo, seguimos siendo eso: nuestra propia capsula, y llenamos el mundo con nuestro cuerpo, llenando también nuestras vidas de otras cápsulas, de otros mundos y de otros cuerpos.
Nos encontramos, siempre individuales, con otros y así perdemos (o mejor, gastamos) el tiempo. A veces pasa, sin embargo, que dos munos se encuentran y se chocan, se acompañan el uno al otro durante el camino, intercambiando dolores amargos y dulces, porque no.
Durante este tiempo puedo decir que he chocado con diferentes planetas, tóxicos y puros. Pero también, con unos pocos (contados con los dedos de una mano) puedo decir con alegría que me he fusionado. Este intercambio es igual, pero distinto a simplemente acompañarnos. Compartimos nuestras cosas, pero de alguna forma también nos las adueñamos. No es en un sentido egoísta, no me malinterpreten. Jamás podría quitarles a los demás lo suyo, pero de alguna forma única y distinta puedo sentir que he vivido parte de sus vidas. Y esta fusión es recíproca, porque son estas las veces que me he sentido en la esfera de aquellos especiales. ¿A dónde quiero ir con esto? tal vez los que me lean no lo entiendan a la profundidad (a lo fusión), no importa, sé que la persona que necesito que lo entienda ya lo hizo desde el título.
A vos, luna pura, mi mitad, mi brazo de más, mi hermana, mi mundo fusión, te dedico esto. Porque nadie más que vos entendió mis tristezas y emociones como si las hubiera vivido.
Te quiero, de una forma tan tan pura, que creo se asemeja al amor propio que vos te tenes, que aprendiste a tenerte y todavía te falta tener. Y te amo, como si fueras yo, de la manera que me amo a mí misma, así: amando mi luz y también mi oscuridad, como me dijiste un día.dándole la mano a las pemas
Tantas cosas, que entendemos y que todavía no, aprendimos y aprehendimos este tiempo, que parece un milenio, que creo que vivimos ocho vidas juntas de un sólo mes.
Lo que siento ahora es un dolor bello, tan hermoso como nuestra amistad. "Aprendiendo a soltar", en eso me siento todavía. A vos te suelto, pero te retengo en cada saludo, en cada te quiero, y en todas nuestras charlas con vasos vacíos, birras acumuladas y ceniceros llenos. También en las imagenes mentales que sólo las dos entendemos  y aún y ojalá nunca puedamos explicar en palabras (si entenderlas significa quitarles su belleza y naturalidad).
Y nada, no es una despedida, creeme que no. Es a penas otro de los detalles que siempre nos damos las una a la otra, en uno de esos días de mariconeadas jajajajaj y como para no perder la costumbre: te quiero aunque seas flor de puta y sí amiga, floreciste con la primavera jajajaja.
Se vemo por ahí, porque somos dos pero una fusión, porque somos nuestro propio vientre cálido y nuestro hogar.
Te amo, HERMANA, y me emociona saber que el aprendizaje todavía no termina, eso que tanto nos gusta a las dos. Y QUE MIERDA, QUE EL MUNDO NOS SIGA DEJANDO TAN LOCAS COMO SIEMPRE, Y MAS, PORQUE ES BELLO COMPARTIR ESTA LOCURA TAN DEFORME CON VOS!!!!


Vo ya sabe quien so, hace falta que lo firme?.

1 comentario:

  1. Y otra cosa, gracias por descontaminarme con cada abrazo y hacerme confirmar que los finales no existen, y si es que existen, los míos serán los más felices.

    ResponderEliminar